El poseer una casa estabiliza a las familias y vecindarios, y además de ser un motivo de orgullo y satisfacción personal, aumenta y concentra la inversión emocional de una familia en la comunidad a la que pertenece.
Una comunidad inteligente apoya a sus residentes en todas sus actividades económicas y asegura la disponibilidad de viviendas convenientes y decentes en la comunidad para perpetuar los continuos beneficios individuales y colectivos que resultan de la posesión de una casa.
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